Es un lugar donde dentro la gente visita, muchas veces
sin querer
Por cosas de la vida se pelean por un derecho o en busca
de justicia,
Donde brindan servicio algunos idóneos, otros, tal vez
sin merecer
O de los letrados que pisotean la sabiduría y se escudan
en astucia.
Es el mal llamado “Palacio de Justicia” de Coronel Oviedo
de mi Paraguay
Donde en otrora se tenía el histórico mercado con varios
productos
Hoy un gran edificio, un parque y un caminero adornan el
lugar
para eventos culturales y de diversión ha servido como
usufructo.
Su jardín, sus asientos cómodos y las escenas diarios me
inspiran un verso
Un lugar de encuentro de parejas juveniles o de adultos,
con o sin procesos.
Descubren en abrazos una forma sutil de eludir el sistema
judicial perverso
Y es mas placentero todo, discutirlo callado y bonito con
besos
Los asientos, algunos de piedra, otros de madera, del llamado “palacio”
Son testigos de los besos de personas, sin tener en
cuenta clases ni prestigios
Qué importa si miran,
si el romance acierta y contagia en un espacio
Para olvidar tabúes, dimes y diretes, malos ratos o tal
vez los litigios.
Adentro es hostil, lleno de papeles e historias ásperas
en los expedientes
Abundan escritos,
razones de discordia e inentendibles resoluciones
Afuera es distinto,
el amor es oral, armonioso y explícito a los transeúntes
Y transforman todo en contactos como hermosa forma de
tomar decisiones
Hoy quiero dejar de lado la balanza, la diosa astrea o la corrupción judicial
Es lindo escribir, dar una pausa hermosa y describir
alrededor del frío edificio
El espectáculo cotidiano, los momentos lindos y olvidar
un rato la vida formal
De amar sin leyes, sin escrúpulos, sentir los besos de la
justicia y perder el juicio.
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